Se refiere al estilo y período que comienza en el norte de Francia a mediados del siglo XII y que se extendió al resto de Europa occidental durante los próximos 100 años. Evoluciona en el Renacimiento en momentos diferentes y en partes diversas de Europa. El estilo se desarrolló en arquitectura catedralicia y se caracteriza por interiores inmensos, torres, capiteles, imágenes complejas y detalladas en piedra, pintura y vitrales y remontándose a las alturas gracias a los arcos puntiagudos y los contrafuertes volantes. El estilo también floreció en vidriera de colores, escultura, retablos detallados, mural y la ilustración de manuscritos donde típicamente presenta colores brillantes, proporciones alargadas, detalle intrincado y narrativa de contenido emotivo.