Se refiere a los trabajadores expertos en el trabajo en piedra asociado a la construcción arquitectónica, primero documentada en Europa medieval. Se distinguen de otros albañiles por ser extremadamente expertos y bien entrenados en el trabajo fino y complejo. Eran a menudo itinerantes, moviéndose donde grandes o importantes edificios fueran erigidos. Eran conocidos por tener un sistema de símbolos y contraseñas secretas, que aprendían de otros masones, esta información era la que avalaba su competencia y correcto entrenamiento. Por el siglo XVI, el término era de uso frecuente como sinónimo elogioso del "masón,” implicando que el trabajador tenía habilidad superior.