Refiérase a botes característicos producidos principalmente en el Medio Oriente, España e Italia, generalmente entre los siglos XV y XVIII. Se usaban para guardar unguentos y polvos secos para uso medicinal o pigmentos para pintar. Tienen generalmente de 7 a 8 pulgadas de alto, a menudo están hechos de mayólica o cerámica vidriada y son de forma cilíndrica, pero con lados cóncavos o curvados hacia adentro para permitir un agarre fácil y de boca ancha para un acceso fácil. Ocasionalmente tienen asas colocadas una al lado de la otra, pero como no estaban destinados a contener líquidos no tienen picos, labios, asas o formas convexas. Usualmente no tienen tapa; en su lugar se ataba un trozo de papel o pergamino alrededor del borde para tapar el bote.