Se refiere a un estilo que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XVI en España y sus colonias, y que se extendió hasta el siglo XVII. Puede verse la influencia del estilo en otras artes visuales, aunque es principalmente evidente en arquitectura, y lleva el nombre del arquitecto Juan de Herrera. El estilo se caracteriza por el abandono de la exuberancia y detalle decorativo de los movimientos Plateresco y subsiguientes Clasicistas para favorecer un estilo más majestuoso y austero que reflejaba el gusto de Philip II por lo melancólico y lo religiosamente intenso, que son combinados con elementos del Manierismo italiano.